sábado, 30 de octubre de 2010

De corridas y carreras...

Después de los exémenes y de la pereza postexamenil ya ha llegado la hora de que escriba un poco en el blog.

Eran las tres de la mañana y después de una larga sesión de Skype, pensaba meterme en la cama y dormir lo poco que me quedaba para el día siguiente, pero como siempre algo tenía que ocurrir. Oigo como se abre la puerta y entra gente. "Bueno, fingiré que estoy dormido y así me dejarán en paz", pensé yo. Demasiado tarde. Mi achispado compañero de piso entró para suplicarme la inmediata evacuación de mi habitación, pero esta vez por propia voluntad, sin necesidad de alarmas ni policías. ¿La razón? Se había traído a una negra (sí, una negra, porque no soy racista, pero daltónico tampoco...) con la que pensaba no precisamente jugar al parchís. "Yo te saco el colchón al salón y lo que tu quieras, pero por favor tío, déjame por lo que más quieras" me decía. Tras cinco minutos de súplica acabé cediendo y salí al salón. "Una hora y no más eh, o te aporreo la puerta hasta tirarla abajo" le advertí.

Al final acabó la negra entrando en la habitación y soltó: "uy pues que pequeño es esto..." Me contuve para no mandarla de una patada al Hilton, a ver si allí se sentía más cómoda y me senté en un sillón. "¿Y qué hago yo ahora? Si son las tres de la mañana..." Antes de que me diera tiempo a pensar, una ruido estruendoso a todo volumen comenzó a salir de los altavoces de mi compañero de piso. "Lo que me faltaba; ahora me pone bakalao" Sin embargo mientras protestaba para mis adentros la canción acabó y dio lugar a un silencio sepulcral que una voz rompió de inmediato: "Oh my God!", "so good!", a lo que siguieron una serie de consideraciones sobre longitud que mi querido sistema métrico logró que no entendiera. ¿Dónde estaba ahora el chunda chunda? ¡Bendito chunda chunda!



En un entreacto (y nunca mejor dicho), me llaman al teléfono. Era Pelayo que quería compartir conmigo una mis habituales experiencias: las alarmas. Había tenido que bajar a la calle en pijama en mitad de la noche por una de estas alarmas. Mientras le contaba lo que estaba sucediendo a tres metros de mis oídos, vi como había pasado ya una hora. ¿Voy y les echo? ¿Comienzo a golpear la puerta? Bueno, seré condescendiente y esperaré un poco más. A los cinco minutos todos los ruidos y alaridos pararon súbitamente y la negra salió corriendo por el salón mientras que mi compañero gritaba "las motos, las motos". Efectivamente, la había mandado a paseo porque no quería perderse el mundial de motociclismo. Minutos después volví a la cama intenado escapar de mi particular Sodoma y Gomorra.



Y esta es una de tantas a las que por suerte o por desgracia me estoy acostumbrando, pero antes de nada me gustaría aclarar un par de cosas:

   - No, señora, no quiero condones gratis aunque me de una galleta de peanut butter si cojo uno y no, no tengo una conducta irresponsable y soy totalmente consciente de las ventajas del sexo seguro, pero por favor, míreme, a mí, como a las hamburguesas del McDonald los pepinillos, los condones me sobran.

   - Y no, no quiero probar el LSD para que me lleve a una "neeeeeew dimension", me encuentro muy a gusto en esta.

   - Y por último no, no quiero ir a un club de streap tease por mucho que hoy haya dos por uno en boobies; la próxima vez que quiera ver pechugas y jamones me iré a la carnicería de la esquina.

Aquí acaba el número de hoy. El próximo acto de mi astracanada americana: el Emperador Palpatine  bailando Lady Gaga en un club gay... Seguiremos informando.

jueves, 30 de septiembre de 2010

Ya soy una amenaza para la seguridad nacional

Como lo oís. Parece ser que hoy he violado gravemente la seguridad. Desde que estoy en este país ya he tenido un par de encuentros con la policía (por tener la música demasiado alta en mi piso, por acompañar a un borracho que se puso a mear frente a una sinagoga, o como aquí lo llaman, cometer un atentado antisemita...), pero el de hoy se ha llevado la palma.

Todo empezó esta mañana. Hoy no tenia clase hasta las 11 y como llevaba un par de días sin apenas dormir por los exámenes pensé que podría aprovechar para descansar, pero estaba equivocado. De repente una alarma comenzó a sonar. Era la alarma de seguridad de la residencia, un sonido similar al chillido de los nueve Nazgul al unísono acompañado por flashes y relámpagos, como un pequeño simulacro del Juicio Final especialmente diseñado para hacerte salir.  No era la primera vez que sonaba, ya la había escuhado alguna vez y me había tocado desalojar el edificio. De hecho si no hubiera sido la CUARTA vez que se oía en día y medio habría bajado también, pero ya era demasiado, así que me coloqué los cascos, me puse la música a tope y a seguir descansando. 


Pocos minutos después, viendo que llegaba tarde a clase, me vestí corriendo, engullí un tazón de Cheerios y fui corriendo hacia los ascensores. Los habían inutilizado. Salí a galope por las escaleras de emergencia y cuando llegué a la entrada (en la foto) me encuentro bajo una intensa lluvia a toda la gente de la residencia en la acera de enfrente y a una pareja de policías que al verme comienzan a señalarme y a gritar "He's got a bag, he's got a bag". Me acerqué a ellos para intentar explicarle que yo vivía en el edificio y que lo más peligroso que iban a encontrar en mi bolsa era el filo de mis hojas de apuntes. Cuando se convencieron de que podían hablar conmigo sin mantener la mano sobre la pistola, me dijeron que les diera mis datos y que había recibido una sanción por violar la seguridad. ¡Violar la seguridad! No me lo estaba creyendo... Si lo único que no quería era llegar tarde a clase. Me despedí de aquel gorila concentrando todo mi odio en la sonrisa más grande que pude articular en aquel momento e intentando no pegarle a un grito a una argentina que no paraba de preguntarme "¿Pero David, por que bajaste tan tarde?".
 
Llegué a clase empapado, nada más entrar me resbalé y casi me parto la cabeza contra una butaca. Si no había sido ya bastante con dar la nota en la residencia, también tuve que llamar la atención en todo el auditorio... Todas las cabezas se giraron hacia mi, pero bueno después de lo que me acababa de pasar, esto era una mera anécdota.

Puede parecer que este asco de día había acabado ahí, pero no. Ahora tengo que soportar el cachondeo de mi compañero de piso, que ya me llama "el terrorista" y me sonríe cuando se oye una  sirena de policía, y las incómodas miradas de la gente cuando cojo un ascensor, que no puede evitar preguntarme: "What happened this morning with the cops? Are you alright?"


Así que ya veis, que soy una amenaza para la seguridad... Pues nada, ya sea desde aquí o desde las celdas de aislamiento de los sótanos del FBI seguiré informando.Fdo: Deivid, "the red level threat".

viernes, 24 de septiembre de 2010

Identidad (I): ¿el nacionalismo se cura viajando?


"El nacionalismo se cura viajando", Pío Baroja
"Soy un nacionalista, pero no soy un patriota", Adolf Hitler



Siempre me ha gustado la primera cita. Siempre me ha parecido cierta la idea de que el nacionalismo era fruto de la cerrazón y la ignorancia. Ahora no estoy tan seguro.

El primer día que llegué a Washington, mientras paseaba por el centro me encontré la siguiente estatua:


"Ysabel I la Católica, Reina de Castilla, de Aragón, de las islas y tierra firme del Mar Océano", reza la inscripción. Es la sede de la Organización de los Estados Americanos. Una estatua de la reina más importante de España con una inscripción en castellano en mitad de la capital de América, unido a que en las primeras horas todo lo americano me parecía detestable, me dibujo una sonrisa y me llenó de orgullo. ¿Nacionalismo? No.Es necesario hacer una diferencia entre nacionalismo y patriotismo. El nacionalismo es un movimiento que pretende asociar un estado a una nación que no lo tiene; el patriotismo es un sentimiento de pertenencia a una nación-estado.

Dicho esto, lo que más me chocó es esa sensación. Siempre he criticado y critico muchas cosas de España y las ideas de "ciudadano del mundo" y de que "la patria son mis zapatos" se me antojaban curiosas. Sin embargo, no me ha sido posible dejar de sentir ese apego, ese "curar el nacionalismo viajando". Todo lo contrario, se hizo más latente. En el fondo supongo que la nación es como un hijo, por muchas cosas erróneas que haga le vas a seguir queriendo y cuando estás lejos de él sientes con más fuerza que es un elemento importante de tu vida. El nacionalismo en vez de intentar corregir los defectos de su hijo, criticarlo y hacerle rectificar, cierra los ojos ante ellos y le incita a continuar. El patriotismo, consciente de los defectos de su hijo e intentando ayudarle a corregirlos, no deja de quererlo.

Sí, España tiene un 20% de paro. Sí, España es el mayor consumidor de cocaína del mundo. Sí, España es el país que más ediciones de "Gran Hermano" ha emitido. Sí, España tiene un nivel educativo similar al de Uzbekistán. Sí, en España se regalan operaciones de pechos por los cumpleaños. Sí, en España Belén Esteban es más conocida que cualquiera de los ministros. Sí, en España se vota a Zapatero. Pero es España.

PD: Me gustaría saber vuestra opinión sobre la pregunta del título, especialmente la de aquellos que están perdidos por el mundo. ¿Se cura viajando? ¿Se refuerza aún más? Cualquier opinión es bienvenida y como dijo Teresa, este puede ser un buen soporte para empezar un debate interesante.

lunes, 13 de septiembre de 2010

It's been a hard night's day

Tras mucho tiempo sin actualizar y con unas semanas demasiado ocupadas he conseguido sacar un ratillo para escribir. Me gustaría hablar de otras muchas cosas, pero la actualidad manda, así que hablaré de mis últimas andanzas.

6.30. P.M. Banco de enfrente de la Casa Blanca. Pelayo y yo nos sentamos agotados después de todo un día dando vueltas por un mall, uno de estos faraónicos templos del capitalismo que tanto gustan por aquí. Levantarse costaba y mucho, pero el plan tenía buena pinta, así que nos armamos de valor y nos metimos en el metro. Última parada de la línea verde (ya ni siquiera estábamos en el Distrito de Columbia, habiamos llegado a Maryland, léase quinto pino). Nos bajamos y cogemos un autobús hasta National Harbor, una zona de compras y embarcaciones de recreo a los pies del Potomac.


Estábamos los dos solos en el autobús. Para ir a donde íbamos debería haber mucha más gente. Última parada del autobús. "Tú, tú, Deivid, que estas tienes camisetas de los Beatles" me dice Pelayo. Las de las camisetas se rieron y respondieron en español: "Sí, váis bien, es un par de cuadras más allá". Supusimos que la chica no hacía referencia a ningún establo sino a las manzanas y seguimos el rastro de camisetas de los Beatles.

"...I´m in love with her and I feel fine..."

Conforme avanzábamos la música se oía más. Al final de la calle unos cartelones nos confirmaron que habíamos llegado bien. Era "Abbey Road on the River, the world's largest Beatles inspired festival". Miles de fans de los Beatles en más de cien conciertos de "tribute bands" de los Beatles, proyección de sus películas, colecciones de sus trajes, conferencias...



Entramos corriendo y empezamos a ir de concierto en concierto de grupos de todo el mundo tocando sus canciones hasta que llegó el concierto estrella de la noche: 214 canciones de los Beatles tocadas sin interrupción por el mismo grupo. Todo iba genial hasta que se nos ocurrió mirar los horarios de vuelta de los autobuses... El último había salido a las 11:30... demasiado tarde... "¿Y ahora qué hacemos?" La opción del taxi no parecía viable porque estando en el quinto pino y al precio de los taxis aquí, de $100 no bajaba. ¿Coger una habitación de un hotel? Viendo la pinta del hotel, más caro que el taxi seguro. Y el siguiente autobús no salía hasta las 8:25 de la mañana siguiente. "¿Qué hacemos entonces?". Por lo que pudiera pasar decidimos comprar provisiones (wraps a la Maria Elena Elena) y ya improvisaríamos sobre la marcha...



Acabado el último concierto decidimos explorar el hotel, porque, al fin y al cabo, ¿qué más podíamos hacer? Empezamos a caminar y caminar por unos pasillos inacabables y encontramos desde un cuarteto de cuerda tocando en medio del pasillo hasta... hasta... hasta una convención de la Asociación de Comercio de Uganda. Intentamos camuflarnos en la fiesta, pero el que no estuvieramos interesados en las rutas comerciales Kampala - Dar es Salaam que nos mostraban y el hecho (quizá más notorio) de que eramos los únicos blancos hizo imposible que nos integráramos en la fiesta, ni siquiera cuando Pelayo se puso a imitar a Léopold Sédar Senghor (para más datos consultar la página 217 del libro "Historia del Mundo Contemporáneo", 1º Bachillerato, Ed. Edelvives).



El cansancio comenzó a hacer mella y empezamos a buscar un sitio para dormir mientras yo me preguntaba en qué momento de mi vida dejé de ser un caballero y me convertí en un polizón de hoteles de lujo. Un family restroom parecía bastante cómodo y podíamos encerrarnos para que no nos molestara nadie, pero pensándolo dos veces, la imagen que podían dar dos tipos encerrados en un baño no era demasiado atractiva (por no mencionar que casualidosamente las pulseras del festival eran banderas del arco iris...). Desechada la idea, e intentando esquivar a los de la limpieza (especialmente a uno con el que nos habíamos cruzado diez veces en un par de horas y que ya nos miraba con recelo) nos metimos detrás de unas escaleras donde nadie podría molestarnos. ¿Nadie? La patrulla de la limpieza nos persiguió y comenzó a pasar la aspiradora al lado de las escaleras. Ya agotados, nos tiramos en un sofá de cuero en mitad de un pasillo y pudimos dormir hasta que una señora que fingía estar preocupada por nosotros (tirados en un sofá y medio muertos, tenía cierta lógica la preocupación) nos echó.

Desnutridos, con frío y sueño salimos fuera a esperar al autobús, pero no llegaba... Una hora más tarde nos montamos y, no recuerdo muy bien cómo, pero llegamos a la cama. Estábamos tan cansados, que ni siquiera una paella a la que nos habían invitado nos logró levantar...

Así que, imitando a Clara, mi consejo de hoy es: antes de ir a un festival de los Beatles en el quinto pino, mira los horarios de vuelta de los autobuses, porque we should have known better...

.....

sábado, 28 de agosto de 2010

Y la ultraderecha conquistó Washington

Un día tal como hoy, un 28 de agosto, Martin Luther King pronunció a los pies del Lincoln Memorial su famoso discurso de "I have a dream". 47 años después se ha producido otro acontecimiento histórico en el mismo lugar. Con el nivel de popularidad de Obama por los suelos (más de la mitad de estadounidenses desaprueban su labor como presidente) y un movimiento de ultraderecha cada vez más grande y más activo, el controvertido comentarista de la FOX, Glenn Beck, convocó a todos los americanos en un acto para "restaurar el honor de la nación". El Lincoln Memorial está a diez minutos andando desde mi residencia, así que esta mañana acerqué sin pensarlo dos veces.

No es que fuera mi primera vez en una manifestación derechosa (ni la segunda, ni la tercera...), pero esto me sobrepasó.Y es que los de la manifestación contra el aborto eran un puñado de hippies comparados con estos cientos de miles de ultraconservadores.


Si la foto, hecha desde el Washington Monument, es impresionante, meterse entre la multitud lo era aún más. Pastores y reverendos proclamando pasajes bíblicos o enmiendas de la Constitución. Sureños con sombreros de la guerra de Independencia que procesionaban crucifijos. Moteros ondeando banderas de la Guerra Civil. Adolescentes con camisetas de Obama con un bigote a lo Hitler (o a lo Chaplin...). Padres de familia acarreando bolsas de deporte de contenido bastante dudoso cuando mirabas que llevaban una gorra de la NRA (Asociación Nacional del Rifle)...



A lo largo de la mañana aparecieron numerosos personajes de la vida social y política americana: presidentes de clubs de fútbol americano y de baloncesto, personalidades religiosas, congresistas, senadores, descendientes de Martin Luther King, columnistas, comentaristas políticos... así hasta que la estrella del día hizo su aparición. Sarah Palin salió al escenario y la multitud empezó a vitorearla.

Thank you, Thank you very much. Aren't you so proud to be an American?



Hace un par de días, hablando con un republicano, le pregunté: "And what do you you think of Sarah Palin?". "Well... I'd fuck her" me respondió. And he may have a point there. Traduciendo su respuesta a mi idioma, quiso decir que Sarah Palin, a pesar de ser estúpida y saber de política lo que yo sobre comida nigeriana, es una figura pública que tiene mucho carisma y tirón para una gran parte del movimiento conservador americano.

Después del discurso de Palin, fin de fiesta, himno nacional, embotellamiento en toda la ciudad y más manifestaciones contra Obama en diferentes partes de la ciudad. Bastante entretenido la verdad, y es que si algo tiene Washington es el olor a política y a democracia detrás de cada esquina.

Sea como fuere, el aniversario de Martin Luther King ha sido un día histórico para América pero un día verdaderamente negro para Obama...


miércoles, 25 de agosto de 2010

En estado de sitio

La verdad es que quería hablar de muchas cosas antes de este post, pero los datos de los que me he enterado hoy y el poco tiempo que tengo no me permiten posponerlo, así que iré al grano.

Todo el mundo sabe que los americanos están preocupados de forma obsesiva con la seguridad. Es algo que después del 9/11 todos podemos entender aunque tengamos que sufrir sus medidas de seguridad en nuestras propias carnes. También entiendo que el hecho de vivir a dos manzanas de la Casa Blanca obligue a reforzar la seguridad en mi universidad. Entiendo que para usar los ascensores tengas que utilizar tu identificación. Entiendo los helicópteros sobrevolando la zona. Entiendo que haya agentes de la CIA, del FBI y de otras 12 agencias de seguridad americanas alrededor. Puedo llegar incluso a entender los francotiradores en los tejados... Pero lo que ya me parece excesivo son los escoltas, los botones del pánico o las rutas de evacuación de la ciudad.

Escoltas: "Imagina que estás paseando por el campus pero sientes que algo no va bien, te sientes inseguro. No lo dudes y llama a nuestro teléfono. Un coche de la policía de la universidad (sí, sí, la universidad tiene un cuerpo de policía propio con cerca de 150 oficiales) acudirá en unos segundos a tu localización para escoltarte hasta donde tengas que ir y lograr que te sientas seguro"


Botones del pánico: "Si sientes alguna amenaza próxima, no lo dudes: pulsa uno de los botones del pánico distribuidos por el campus y corre hacia el edificio iluminado más próximo. Una patrulla de policía se dirigirá hacia allí al instante para garantizar tu seguridad." En la foto es una de esas señales de "emergency" con una sirena de policía en la parte de arriba.


Evacuación de la ciudad: "Si sientes que se avecina un ataque nuclear que va a arrasar la ciudad, no lo dudes, coje tu kit de emergencia y tu tarjeta de la universidad y sal de la ciudad ordenadamente y sin obstruir las salidas por una de las rutas de evacuación que encontraréis en la página 15 del folleto Crisis in D.C."


No creo que haga falta añadir nada más... ¡Están locos estos americanos!

viernes, 20 de agosto de 2010

The U curve of cultural shock. Fase II

O eso es lo que pensaba... Sin embargo, a las pocas horas de pisar territorio americano entré de golpe en la segunda fase.

Fase II "I hate America"

Durante esta fase todo lo que veía me parecía no sólo diferente sino verdaderamente digno de ser odiado: la gente, la comida, los coches, las tiendas... absolutamente todo. Esto me llevo a sacar tres probablemente precipitadas y generalistas conclusiones:

1) Americans are big

Y con esto no me refiero a que sean obesos (que sí, lo son) sino a que en su mente lo bueno tiene que ser grande.

Es cierto que Washington fue pensada como una ciudad monumental, la capital de la nación, una ciudad con la que asombrar a nacionales y extranjeros. La única pega es que no a todos nos parece que lo grande sea lo mejor. Por muy anchas que sean sean las avenidas, por muy grandes que sean las columnas, por muy altos que estén los techos siguen sin tener atractivo. Y mucho menos viniendo de Europa. Somos el continente de los relojes suizos, de los bombones belgas y los minis ingleses... Lo siento Miss America, pero no nos impresiona lo grande.

2) Americans are stupid

Nada más llegar a Washington fui a dar un paseo por el Mall, donde se encuentran todos los monumentos. Ya suponía que allí iba a encontrar turistas que venían de todas partes de Estados Unidos, pero la primera impresión fue demasiado...intensa.

Cientos de paletos sureños equipados con sus elegantísimas riñoneras de rigor se arremolinaban en las escaleras del Lincoln Memorial en una feroz pugna por conseguir la foto más original del día: fingiendo que sujetaban el obelisco de Washington, que se apoyaban en él, que lo abrazaban... incluso un visionario de la fotografía tuvo la genial idea de simular que era su pene. Como véis la creatividad en plena ebullición.


Horrorizado por esta mezcla de patriotismo de pandereta y palurdismo en estado puro intenté buscar el último refugio de intelectualidad americana. ¿Dónde? ¿Dónde puedo encontrar gente que no quiera fingir que tienen penes de piedra de 180 metros? ¡El museo de arte! Así que me dirigí corriendo hacia el museo mientras miraba con desdén al resto de turistas que seguían en busca de su foto.

Cuando llegué al museo un perspicaz guardia de seguridad me detuvo y... bueno, mejor reproduzco la conversación directamente:

— Guardia: Excuse me sir, is that a laptop bag?
— Yo: Hmm... yes.
— Guardia: And is there a laptop?
— Yo (mordiéndome la lengua para no decir "¿Hoooola?"): Yeah, I have a laptop.
— Guardia: Then you are gonna have to carry it in your hand.

A partir de ahí decidí callar y hacer lo que me pedía. Dejé la bolsa en consigna y me quedé con el ordenador. Supongo que los kleenex que guardaba dentro de la bolsa eran mucho más peligrosos para las obras de arte que el ordenador. ¿Quién sabe lo que habría pasado si me pongo a agitar uno a gran velocidad delante de un Picasso...? Mejor no probarlo, que no quiero acabar con los tesoros del arte occidental...

Bueno, pues ordenador en mano entré en el museo y me pasée como nunca había hecho en un museo, oséase, sin dedicar un mínimo de cinco minutos a cada cuadro. Paseaba por los pasillos decepcionado. Cuatro Tizianos mediocres y un más mediocre aún Da Vinci eran las estrellas de la colección. De repente vi un grupo de personas atendiendo atentamente a un guía. Un señor hizo una pregunta mientras señalaba las túnicas de un ángel, la clave del cuadro de Van Eyck que estaban observando. "¡Al fin!" pensé, alguién que parece que sabe algo. Intrigado me acerqué a ver qué decían.

— ... donc le symbolisme religieux parle dans chaque détail...

Mais non! C'est pas posible! ¡Gabachos! Mi gozo en un pozo; el presuntamente inteligente americano resultó ser un francés. Por una fracción de segundo pensé que ese pueblo de comecroissants chovinistas no era tan odioso, que quizá tuvieran algo interesante que ofrecernos, incluso que podían ser mejores que los americanos... Cuando recuperé la razón, preocupado por lo que había llegado a pensar decidí salir del museo y probar suerte en otro: el museo de Historia Americana. Mis impresiones sobre el museo se pueden resumir con la siguiente fotografía:



En efecto, esos zapatos, esos "national treasures", son los zapatos rojos que llevaba Dorothy en "El mago de Oz". ¿Qué son los Tizianos comparados con estos zapatos? ¿Acaso pueden los Tizianos llevarte desde Kansas hasta el misterioso reino de Oz? No. ¿Acaso puedes calzarte un Tiziano para cruzar un camino de baldosas amarillas? No. Estos sí que son un tesoro nacional...

Dejando aparte ya la ironía, ¿en qué cabeza cabe que esto pueda ser considerado como uno de los objetos de mayor valor para la nación más poderosa de la Tierra? Es como decir que la boina de Pepe Isbert en "Bienvenido Mister Marshall" o que los puros de Sara Montiel son los grandes tesoros del patrimonio español... Simplemente absurdo. Todavía no acababa de entender la jerarquía de valores americana...

3) Americans are fake

Cada vez que intentaba hablar con uno de ellos, una pantalla se desplegaba delante de mi (delante mía para Cartagena). Es como si estuviera hablando delante de un robot muy avanzado que intentaba mantener una conversación pero no acababa de entender el significado de lo que se estaba diciendo.

Para ilustrar esto intentaré explicar lo que de verdad quieren decir los americanos con algunas frases:


Frase
Significado

That's a great idea, but...
That's a bad idea

Sounds great
It's fine

I'll have to think about it
I have thought about it, and the answer is no

I wish I could
I have very little interest

That's [really] interesting
I couldn't care less

Keep/Stay in touch
Don't expect to ever hear from me again

How are you today Sir/Madam?
I am paid to make conversation with you


Y así podría seguir con cientos y cientos de frases que se oyen constantemente.

La última de las conclusiones era quizá la más inesperada y la más difícil de manejar. En el fondo me daba igual si les gustaban las cosas grandes o si no entendían de arte. Lo que verdaderamente se me hacía difícil era el no poder entender su lenguaje. Necesitaba la comunicación, pero me parecía imposible. O al menos al principio, porque conforme avanzaban los días...

PD: No quiero se me malinterprete con esta entrada. La gente que me conoce y suele hablar conmigo sabe que a lo largo del día digo muchas burradas y suelo despotricar contra medio mundo. Sabéis que no es que me dedique a juzgar desde mi torre de marfil, sino que me divierte el analizar y ser crítico. Dicho esto, al igual que cuando hablo, no toméis en serio más de la mitad de lo que digo.